Mientras pasa la estrella fugaz
acopio en este deseo instantáneo,
montones de deseos hondos y prioritarios.
Por ejemplo que el dolor no me apague la rabia,
que la alegría no desarme mi amor,
que los asesinos del pueblo se traguen
sus molares, caninos e incisivos
y se muerdan juiciosamente el hígado.
Que los barrotes de las celdas
se vuelvan de azúcar o se curven de piedad,
y mis hermanos puedan hacer de nuevo
el amor y la revolución.
Mario Benedetti
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