martes, 5 de junio de 2007

Mutantes al grito de guerra



Por Fernando Rivera Calderón

Los Verdaderos Hombres X no están en las películas: están en Puebla. Y no sólo ahí, están en todo el país, en las zonas menos enfocadas por las cámaras de televisión, donde se pagan en carne propia las consecuencias del uso irresponsable de materiales químicos por parte de muchas empresas que contaminan el subsuelo nacional a cambio de sobornar a unos cuantos políticos.

Niños con 24 dedos, labio leporino o retraso mental son la nueva generación de mexicanos víctimas de las mutaciones derivadas por nacer en unas zonas donde el agua está contaminada con altos índices de plomo.

Una historia que ahora es común en varios lugares de la República donde la falta absoluta de visión y de conciencia sobre el medio ambiente entre los grupos de poder comienza a presentar estragos visibles.

Y claro, aunque en teoría se trata de una severa intoxicación de nuestro suelo y de nuestras aguas, dudo mucho que Calderón envíe al Ejército a cerrar todas esas fábricas, mineras, petroquímicas, plantas nucleares y demás organismos que van envenenando nuestros recursos a niveles irreversibles, como en el caso del uso indiscriminado de las semillas transgénicas.

Parece ser que la prioridad de este gobierno (y de los anteriores) es que la gente no se meta sustancias indebidas al cuerpo por la vía del narcotráfico y de manera voluntaria, pero si esas sustancias entran a tu cuerpo por el agua o el aire contaminados y de manera involuntaria pues no hay tanta bronca, sobre todo si esto es una consecuencia de jugosos negocios con trasnacionales en los que la gente por supuesto que no tiene ninguna injerencia ni importancia.

Por ejemplo en San Luis Potosí la minera San Xavier se impuso hasta a una cancelación judicial para hacer una mina a cielo abierto en Cerro de San Pedro, afectando los mantos acuíferos de la región, el paisaje de la zona y el poblado histórico de Cerro de San Pedro. En menos de quince años la explotación habrá terminado y la empresa dejará el lugar convertido en un enorme cráter rodeado de tierras devastadas por la extracción de unos cuantos kilos de oro y plata.

Lo que suceda después con la gente que viva ahí ya no será responsabilidad ni del gobernador del estado, ni de los canadienses que desde hace años invirtieron su capital para corromper a cuanto político fuera posible, ni de nadie. Si la población comienza a sufrir los estragos del cianuro que están utilizando para la extracción de los metales preciosos será muy su bronca y el daño ya estará metido en los genes de la gente, como sucede ahora en las comunidades poblanas.

El capital canadiense detrás de la Minera San Xavier está respaldado por una muy estructurada red de influencias en la que se encuentran funcionarios panistas del gobierno local y los directivos de la minera. Juntos, han logrado pasar por encima de las leyes, de la preservación de monumentos históricos, de la ecología y de miles de potosinos que podrían resultar afectados al mediano plazo.


Y esta sólo es una historia más de algo que está sucediendo en todo el país, de una explotación indiscriminada y profundamente irresponsable de nuestros recursos, de nuestro futuro y que afecta hasta los complejos engranajes de nuestro ADN.

Tarde o temprano todos seremos mutantes, pero no como los de las películas, sino como los de Puebla. Sin poderes especiales, sin dinero, sin tierras, sin país, sin nada. Como el niño que apareció ayer en la portada de Reforma, tendremos 24 dedos para contar las desgracias de este país y aún así, nos van a seguir faltando dedos.


eccehumo@hotmail.com

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