Por Alfredo Velarde
Cuando no se ha cumplido todavía, ni siquiera, un año de la imposición de Felipe Calderón en la titularidad del poder ejecutivo, las huellas perniciosas de su paso por la fraudulenta presidencia de la (semi) república que con autismo autoritario detenta, se enseñorean a todo lo largo y ancho del sistema político mexicano en crisis.
Prácticamente nada de lo que prometió, “dadivoso” , cuando de la mano de los más conservadores intereses se perfilaba como el candidato de la oligarquía globalista eufórica se ha cumplido, y sí, en sentido contrario a ello, su inicial aunque ya funesto mandato está terminando por complicar las condiciones de vida y la libertad misma para la amplísima mayoría de los mexicanos, mientras el “presidente” de facto se desplaza por el territorio nacional encriptado en la burbuja de los desmesurados controles de seguridad con que se ampara, de la mano del inefable Estado Mayor Presidencial .
“El miedo no anda en burro” , reza el argot popular, y el diminuto presidente, lo demuestra cotidianamente. Autoritarismo, carestía y corrupción , son los signos dominantes de una dolorosa etapa para la vida nacional, que convocan a pensar y repensar qué demonios hacer con la pesadilla de un mandato impuesto y que lejos de resolver las precariedades que asolan a la ciudadanía de a pie, preanuncia su más exacerbada complicación, por mucho que se declare en sentido opuesto a lo que aquí afirmamos. De ahí que la semana que pasó, fuera pródiga en elocuentes ejemplos convalidadotes de tal estado de cosas.
En lo que al autoritarismo se refiere, resulta digno de destacar que incluso hasta un distorsionado organismo como la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), que no se ha destacado precisamente por la imparcialidad en sus juicios, emitiera cuatro recomendaciones a la Sedena , por sendas y ominosas violaciones de militares suyos a los derechos humanos, habla de la represiva labor extra constitucional del ejército federal que se repite en una espiral de violencia aparentemente sin solución contra la gente.
Que la CNDH , que se ha venido caracterizando por una polémica labor que la manifiesta como una oficiosa instancia, presuntamente “autónoma”, pero cuyas funciones de observancia a favor del respecto irrestricto a los derechos humanos ha terminado por cubrirle las espaldas al “presidente” y las trapacerías que a nombre de su gobierno se comenten cotidianamente, es digno de mención por lo que hoy acontece.
La desaparición de dos efectivos militantes del Ejército Popular Revolucionario (EPR), que ninguna de las instancias judiciales del Estado mexicano reconoce, resume y sintetiza, muy bien, la reactivación de una nueva guerra sucia generalizada que se viene desarrollando en la opacidad de las cañerías oficiales y constituye un síntoma de preocupación, en momentos como los actuales, cuando además a la protesta social se la criminaliza, mientras el gobierno no escatima sus desplantes por enfatizar la naturaleza “democrática” de su gobierno. Distintas organizaciones civiles, al respecto, hablan de aproximadamente 500 presos políticos y de consciencia que el gobierno no reconoce como tales.
Pero si eso ocurre en el terreno de la violencia política y autoritaria por definición, rotundamente negadora de toda elemental democracia política, ¿qué podemos decir del diagnóstico económico actual? Pues nada más, pero nada menos, que en poco menos de nueve meses, el neoliberal gobierno fraudulento impuesto es el más directo responsable de un encarecimiento general promedio de los artículos satisfactores básicos, en el orden del 34.17%. Seguir leyendo
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