Abel Barrera
Las políticas de exterminio contra los pueblos indígenas emprendidas desde la Conquista Española siguen reeditándose en nuestro país con nuevas estrategias guerreristas, financiadas por los imperios de occidente, obsesionados por imponer su hegemonía política y militar al costo que sea.
La guerra contra el terrorismo –que implica la ocupación militar de países soberanos, como sucede en Irak– tiene su versión en América Latina a través de los planes de contrainsurgencia y de la lucha contra las drogas. El frente militar estadunidense siempre ha estado presente en los países llamados subdesarrollados y ha sido un factor externo que incide en el diseño de las políticas relacionadas con la seguridad nacional y la seguridad interior.
Durante los últimos gobiernos de la república, el Ejército Mexicano ha sido utilizado para emprender una guerra contra el narcotráfico y ha empezado a ocupar cargos estratégicos dentro del sistema de procuración de justicia y de seguridad pública, tanto a nivel federal como en algunos estados. Esta decisión de las elites políticas, además de violar el marco constitucional, le ha significado al Ejército un salvoconducto para que actúe impunemente en las regiones pauperizadas, donde viven los indígenas, haciendo uso de la fuerza para amedrentar y reprimir a la población, que ahora está catalogada como narcotraficante o guerrillera en potencia. continuar leyendo
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