Hace exactamente un año, 65 obreros perdieron la vida y 13 más resultaron lesionados en una explosión en la mina Pasta de Conchos, ubicada en San Juan de Sabinas, Coahuila.
Hasta hoy los cuerpos no han sido rescatados, las investigaciones ministeriales y legislativa siguen su lento curso y las esposas, excepto Elvira Martínez viuda de Jorge Vladimir Muñoz, sólo han recibido 750 mil pesos de ayuda humanitaria de Industrial Minera México, propietaria de la mina y perteneciente al Grupo México. De éste es vicepresidente Internacional el subsecretario de Asuntos Multilaterales de
Sin el extraordinario aprendizaje del abogado y filosofo Rebolledo sobre asuntos más terrenales como la regionalización (globalización para el discurso dominante) de la economía, la sobreexplotación del trabajo asalariado y los estrechos vínculos con el entonces pésimo cuentachistes desde Los Pinos pero excelente promotor de trasnacionales estadunidenses en México y en la aldea, resultarían inexplicables las conductas cuando menos negligentes sino es que criminales de Francisco Xavier Salazar Sáenz, secretario del Trabajo en sustitución de Carlos María Abascal Carranza, y de éste mismo al frente de
El político mexicano más célebre por padecer incontinencia verbal y gozar de una capacidad impar para emitir sandeces, ahora pagadas en dólares pero no los suficientes para él y Martha María Sahagún Jiménez, nunca se atrevió a visitar Pasta de Conchos.
El 19 de febrero de 2006, Fox Quesada se encontraba con el alto mando castrense festejando el Día del Ejército y con ese pretexto se negó a acudir a San Juan de Sabinas. Al día siguiente tenía agendado un viaje a Chihuahua, estado vecino de Coahuila, y tampoco tuvo tiempo el señor que a las nueve de la noche ya estaba instalado en su cama de las cabañitas, como él mismo presumía.
No tuvo tiempo en nueve meses y medio. ¡Claro que no! No eran sus muertos. Pero sí lo tuvo, y de sobra, para ordenar que se clasificara como información confidencial por dos años la indagatoria realizada por
El documento de
También le sobró tiempo al guanajuatense nacido en el Distrito Federal --quien ahora cobra en decenas de miles de dólares por chantajear desde Los Angeles, California, y Washington, DC, a Felipe de Jesús Calderón Hinojosa--, para instruir a su enviado Salazar Sáenz a que jugara con el dolor de los deudos al engañarlos con esperanzas de vida que sólo existían en su cabeza de burócrata que buscaba ganar tiempo y quedar bien con el gran capital minero, prioritario en el denominado gobierno de los empresarios.
Tiempo le sobró también a Fox para pedirle al gobernador Humberto Moreira Valdés que se encargara de la desestabilización del sindicato (en las secciones 147 y 288 de Monclova) y el encarcelamiento del líder nacional Napoleón Gómez Urrutia.
El gobierno del cambio resultó de criminales por torpes, negligentes y patronales sin límites.
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