La evidencia abrumadora revela un fraude masivo en la elección presidencial mexicana 2006 entre el 'presidente electo' Felipe Calderón, del partido conservador PAN, y Andrés Manuel López Obrador, del más liberal PRD. En una elección atravesada por los 'errores aritméticos', un recuento parcial destapó la evidencia del abundante relleno de balotas robadas para favorecer la victoria del Pan, mientras los intereses de EEUU vigilaban perceptiblemente el resultado de la elección de México.
Aunque ninguno de los dos candidatos tenía opción alguna para cooperar con la agenda de EEUU, las diferencias más importantes entre ambos candidatos se relacionaron con la política energética, principalmente respecto a la privatización extranjera de las reservas mexicanas de petróleo y gas. Pese a que el sector de energía de México ya está penetrado profundamente por el capital de EEUU, el gobierno mexicano posee y controla la industria del petróleo, con restricciones muy severas para cualquier inversión extranjera.
Petróleos Mexicanos (Pemex), la quinta compañía petrolera más grande del mundo, exporta 80% por ciento de su producción a EEUU. El 60% por ciento de sus réditos (30 mil millones de dólares por año) van actualmente al gobierno mexicano, en cuya contabilidad significan más de 40% de los ingresos anuales del Estado.
Calderón promete una explotación más cuidadosa y más ágil del petróleo, demandando que México quite las barreras a la inversión privada extranjera (que actualmente se encuentran escritas en la constitución mexicana). Obrador, por su parte, insistió en mantener la propiedad y el control nacional del sector energético para construir estabilidad económica y social en México. Seguir leyendo







































































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