jueves, 25 de octubre de 2007

En La UNAM : Nueva Sucesión, Viejo Método



Luis Javier Garrido, Única Alternativa

Por Alfredo Velarde

Cuando ha concluido la segunda administración encadenada del saliente rector de la UNAM , Juan Ramón De la Fuente , opiniones encontradas tienden a chocar sobre lo que ha sido su tránsito por la cúspide decisoria del poder en la UNAM , considerada como la institución académica, artística y cultural más importante de habla castellana en el mundo entero.

Sobra decir, al respecto, que prácticamente todos los que reconocen la gestión del rector que se va como “positiva” y “necesaria” , voluntaria o involuntariamente se coluden de manera cómplice con la represión al movimiento estudiantil que evitó la abierta privatización de la UNAM con la larga huelga plebeya de 1999-2000 y el encarcelamiento de casi 1000 universitarios que lucharon por detenerla.

Por eso, no es excesiva nuestra afirmación, según la cual De la Fuente llegó a la Rectoría reprimiendo al valiente movimiento estudiantil del CGH, y ahora se dispone a dejar el importante cargo universitario convalidando la antidemocrática y autoritaria estructura de gobierno en la máxima casa de estudios e imponiendo al personaje que se comprometa, como él, a seguir fingiendo que todo cambia, para que todo siga igual.

Contra eso se oponen los universitarios democráticos que postulan la única candidatura académica y políticamente hablando intachable: la del brillante politólogo Doctor Luis Javier Garrido , frente a los 6 muñecos de ventrílocuo quienes, llegue quien llegue, la UNAM se mantendrá infelizmente como una de las universidades más autoritarias y antidemocráticas del mundo.

Contra los apologistas del rector que utilizó la rectoría de la UNAM para autopromocionarse protagónica y personalmente, debe señalarse que, la de De la Fuente , fue una gestión claramente empecinada por incorporar a la UNAM en la conservadora sintonía globalista eufórica, razón que explica, muy bien, por qué terminó insustancialmente consolidando los énfasis de un proyecto educativo tecnocrático e instrumentalista claramente desnacionalizador en sus acentos dominantes, desmarcado claramente de la imprescindible formación científico-crítica, humanista e integral para los universitarios en pugna por resolver los grandes problemas nacionales, y colocando así, a la Universidad , bajo las coordenadas de la alienante función parcial meramente adiestradora en habilidades específicas para el mundo del trabajo, pero silente reproductora de los propósitos sistémicos plenamente funcionales al modo de producción capitalista salvaje que padecemos.

Que ello termine, al final, por exhibir desnuda la real naturaleza de clase , en la superficie y el fondo del proyecto académico del rector saliente, es una verdad de Perogrullo pero no por ello menos cierta. De hecho, prácticamente la agenda completa de los problemas que desde el conflicto huelguístico del CEU de 1986-87 , en los tiempos del tristemente célebre rector Jorge Carpizo , hasta el dramático 1999-2000, cuando el CGH tiró a Francisco Barnés y que el prigobierno zedillista impuso a De la Fuente , se mantienen sin resolución y han sido las mismas banderas recurrentes de la lucha para las generaciones sucesivas de activistas estudiantiles. Generación tras generación, el movimiento estudiantil de la UNAM ha peleado por sustantivos cambios democráticos en la estructura de gobierno; en los usos y costumbres de las discrecionales y raquíticas partidas presupuestales; por el rediseño académicamente consistente del mapa curricular para las diferentes carreras y especialidades; por detener la privatización de facto en el posgrado; en la necesaria transformación de las concepciones pedagógicas y didácticas para la función docente; en el mantenimiento del elemental principio de gratuidad cíclicamente amenazado; y por el propio carácter público de la UNAM. Y desde el poder discrecional de la rectoría universitaria, se ha tratado hacer lo opuesto, imponiendo sus criterios propios de una universidad reproductora del más agresivo capitalismo sin más, prostituyendo la universal implicación pluralista y la misma esencia crítica de la Universidad de la nación. Seguir leyendo

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