Porque el agua inundó la mayor parte de Tabasco debido a los errores cometidos por ésta y las administraciones anteriores. Desde hace 30 años los funcionarios sabían de los problemas que se presentarían de llevar adelante un proyecto modernizador ideado por la banca internacional con el señuelo de crear empleos, obtener cosechas abundantes de productos agropecuarios con alta demanda comercial. Y de remate, con la explotación de una riqueza petrolera de tal magnitud que debíamos aprender a administrar la abundancia. Pero el faraónico proyecto estaba reñido con la naturaleza, con las condiciones ecológicas y sociales que hicieron del sureste un edén. Así lo documentó el maestro Alejandro Toledo en varios trabajos y de manera notable en su libro Cómo destruir el paraíso.
Ahora nadie parece recordar que el poder del Estado se puso al servicio de los que quisieron implantar la modernidad a cualquier costo y para lograrlo ignoraron las advertencias de los especialistas sobre la necesidad de obtener el desarrollo sin depredar. Se impuso la lógica de las grandes obras que alteraron el medio radicalmente, dejando fortunas privadas y la pobreza de la mayoría. Presas para generar electricidad y detener las inundaciones que son y serán parte de la vida en el sureste; carreteras, puertos, planes agropecuarios (La Chontalpa y Balancán-Tenosique), expansión anárquica de las áreas urbanas, centros comerciales, colonias de marginados en sitios inundables. La tecnocracia que aprueba la obra pública desde las oficinas en México creyó imponerle al agua sus reglas, controlarla cambiando radicalmente el uso del suelo. No lo logró. Ni lo logrará si repite los errores del pasado. En los archivos oficiales reposan los estudios sobre la urgencia de variar de modelo para evitar tragedias. leer más
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