Una reacción solidaria eficaz y oportuna de la sociedad mexicana y de gobiernos e instituciones de otros países, la magnitud sin precedente en nuestra historia del desastre natural -de acuerdo a la UNICEF-, así como los gigantescos retos que implica la reconstrucción de Tabasco, son utilizados para ocultar las decisiones, o la ausencia de ellas, de los gobiernos federales y estatales de las últimas décadas.
“¡Al ladrón!”. Gritan sin inmutarse Roberto Madrazo Pintado, Manuel Andrade Díaz y Andrés Granier Melo para eludir las responsabilidades que podrían tener al presuntamente desviar recursos públicos para obras hidráulicas a sus bolsillos, para alterar la voluntad ciudadana y perpetuar al Revolucionario Institucional en la Quinta Grijalva.
Andrade y Granier señalan, con razón, que la Comisión Nacional del Agua incumplió en la realización de obras indispensables porque los gobiernos de Ernesto Zedillo Ponce de León y Vicente Fox Quesada negaron recursos federales ya comprometidos.
El gobernador en funciones de la pandilla peleada entre sí, denuncia ante Felipe de Jesús Calderón Hinojosa -el protagonista que más se exhibe sin pudor ni recato a costa del millón de damnificados de los dos millones de habitantes- que la apertura de las compuertas de la presa de Peñitas es causa de la tragedia que todavía no arroja los peores saldos en pérdidas humanas y epidemias.
El abogado y economista reaccionó rápido el 5 de noviembre: “El origen y la causa de esta catástrofe está precisamente en la enorme alteración climática que, se reconozca o no, se ha provocado”. Además de que la supuesta tesis no se la compra ni Al Gore, olvidó que el 24 de mayo de 2007 sostuvo todo lo contrario: “No creo en los fatalismos del cambio climático”.
Con esta solidez argumental, Calderón Hinojosa exige a Andrés Manuel López Obrador -sin mencionarlo por su nombre-, el Frente Amplio Progresista -155 de 500 diputados- y el Gobierno del Distrito Federal que los apoyos a los damnificados ”no deben tener colores, no pueden responder a intereses personales o intereses de grupo”. Más aún: En el desastre de Tabasco y Chiapas “no hay margen para el protagonismo o el oportunismo político”. Seguir leyendo
“¡Al ladrón!”. Gritan sin inmutarse Roberto Madrazo Pintado, Manuel Andrade Díaz y Andrés Granier Melo para eludir las responsabilidades que podrían tener al presuntamente desviar recursos públicos para obras hidráulicas a sus bolsillos, para alterar la voluntad ciudadana y perpetuar al Revolucionario Institucional en la Quinta Grijalva.
Andrade y Granier señalan, con razón, que la Comisión Nacional del Agua incumplió en la realización de obras indispensables porque los gobiernos de Ernesto Zedillo Ponce de León y Vicente Fox Quesada negaron recursos federales ya comprometidos.
El gobernador en funciones de la pandilla peleada entre sí, denuncia ante Felipe de Jesús Calderón Hinojosa -el protagonista que más se exhibe sin pudor ni recato a costa del millón de damnificados de los dos millones de habitantes- que la apertura de las compuertas de la presa de Peñitas es causa de la tragedia que todavía no arroja los peores saldos en pérdidas humanas y epidemias.
El abogado y economista reaccionó rápido el 5 de noviembre: “El origen y la causa de esta catástrofe está precisamente en la enorme alteración climática que, se reconozca o no, se ha provocado”. Además de que la supuesta tesis no se la compra ni Al Gore, olvidó que el 24 de mayo de 2007 sostuvo todo lo contrario: “No creo en los fatalismos del cambio climático”.
Con esta solidez argumental, Calderón Hinojosa exige a Andrés Manuel López Obrador -sin mencionarlo por su nombre-, el Frente Amplio Progresista -155 de 500 diputados- y el Gobierno del Distrito Federal que los apoyos a los damnificados ”no deben tener colores, no pueden responder a intereses personales o intereses de grupo”. Más aún: En el desastre de Tabasco y Chiapas “no hay margen para el protagonismo o el oportunismo político”. Seguir leyendo
No hay comentarios.:
Publicar un comentario