A Mario Marín (des)gobernador de Puebla, conocido como el “Gober Precioso” por una conversación telefónica donde con ese adjetivo califica a su amigo el pederasta Kamel Nacif, lo exoneraron de todo cargo de pederastía y de las vejaciones que ordenó contra la periodista Lydia Cacho. Sin embargo, a los luchadores sociales como Nacho del Valle, de Atenco, que se atrevió a dirigir una lucha para que los campesinos no vendieran sus tierras para hacer un aeropuerto, se le condenó a 67 años de cárcel en un penal de máxima seguridad.
La resolución de exonerar a Mario Marín bajo los pretextos de “no se puede afirmar sin controversia alguna que tuvo la participación que se le imputa” y donde se considera que la prueba de las grabaciones donde explícitamente ordena vejar a la periodista no se pueden considerar como pruebas, es un mensaje claro al pueblo de que la legalidad elemental de este mentado “estado de derecho” se encuentra en entredicho.
Esa es la justicia que se vive en México: una justicia que ajusticia a los trabajadores y que exonera a los poderosos.
Esta justicia reafirma la posición oficial de que todo ciudadano, empezando por los periodistas, pueden ser reprimidos sin que nadie que los proteja. Sí en este caso en que la opinión pública manifestó una amplia condena pues fue evidente que el Gober Precioso además de ser cómplice de pederastía ordenó vejar a la periodista, la Suprema Corte de Justicia exoneró al delincuente ¿Qué se puede esperar de casos en que no hay conocimiento fehaciente de las agresiones? Continuar leyendo
No hay comentarios.:
Publicar un comentario